La Sierra del Rincón está de puta madre.
Paisajes acojonantes, pueblos chulísimos de pizarra negra, un hayedo espectacular… joder tienen hasta su propia Ciudad Encantada.
Vamos que yo si fuera tú, me lo plantearía seriamente para mi próximo viaje.
Ahora bien.
Una cosita.
Esa gente tiene sus propias reglas.
Como una que dice que los Lunes hay que cerrar todos los comercios.
No preguntes, que yo tampoco tengo ni pajolera idea de por qué.
A mi los Lunes me suele dar por cenar, y no veo por qué en la Sierra del Rincón debería hacer una excepción.
Así que después de un buen rato pateando por callejuelas estrechas, plazas con rotondas diminutas y pasadizos empedrados, solo había descubierto carteles de “Cerrado”, “Abierto de Martes a Domingo” o “Se vende hielo” (pero los Lunes no).
Y cuando lo bajo de mi moral solo era comparable con el vacío de mi estómago, lo vi.
Un cartel de “Panadería” justo encima de una puerta entreabierta.
– ¡Cógelo! ¡Cógelo!
– ¿?
– ¡Cuidado que va!
Había un tipo detrás del mostrador que lucía delantal enorme, panza incipiente y cuyo brazo derecho levantado sugería que iba a lanzarme algo en 3, 2, 1…
A mí siempre me tocaba de portero en los recreos, así que lo atrapé sin ninguna dificultad.
Era un dulce casero. Uno de esos tan pequeños que puedes comértelo de un bocado.
Aquel figura nada más abrir la puerta me lanzó un dulce, y no sabía si me había perdido, si solo quería cambio o si iba a preguntar por el bar abierto más cercano.
Estaba tratando de conectar conmigo.
De establecer un vínculo.
De generar un clima de confianza.
De que me sintiera bien.
Total, que iba a por algo de cenar y me acabé llevando la cena, el desayuno del día siguiente y cantidades ingentes de cerveza (por si acaso).
Porque primero hay que conectar y luego viene todo lo demás.
En los equipos de trabajo pasa igual, el compromiso, la confianza y el buen rollo se construyen sobre la base de la conexión.
Y tú sabes igual que yo, que sin compromiso, confianza y buen rollo, nunca vas a tener un equipo. Solo conseguirás un grupo de profesionales.
En este mail primero te cuento una historia para establecer un vínculo contigo, y después te explico la moraleja.
Porque primero hay que conectar y luego viene todo lo demás.
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